Si se hace de forma incorrecta, la evisceración automática puede provocar contaminación fecal. Esto puede ocurrir durante el vaciado, la apertura de la carcasa y durante la propia evisceración. El uso de las técnicas correctas puede reducir significativamente o incluso eliminar este riesgo.
La cuchilla que abre la carcasa debe cortar alrededor de la cloaca, no en línea recta. Este método evita dañar el recto y cortar el intestino y derramar su contenido.
Los evisceradores deben diseñarse de manera que todo el paquete de vísceras, incluido el buche, se extraiga sin daños en un solo movimiento suave.
Una vez que el paquete de vísceras ha sido extraído automáticamente, debe retirarse de la carcasa inmediatamente. Desde hace muchos años, esto suele implicar la transferencia automática del paquete a un gancho separado suspendido de su propio sistema de transportador aéreo. Los paquetes se transfieren con el intestino y la cloaca colgando y alejados de los menudillos comestibles, que se pueden recoger automáticamente. Los paquetes deben ser compactos, sin intestinos que se arrastren lo suficiente como para tocar y contaminar a su vecino.
En esas plantas que, con frecuencia, manejan capacidades más bajas y en las que los paquetes no se transfieren a un gancho portapaquetes separado, estos deben presentarse adecuadamente sobre la parte posterior de la carcasa para facilitar la inspección veterinaria y la separación manual de los menudillos. Un gancho de evisceración de pie recto, en lugar de doblado, significa que las carcasas cuelgan ligeramente oblicuas con un contacto mínimo entre la carcasa y el paquete de vísceras potencialmente contaminante.